Nuestros alumnos de 1er. año (míos y de mi colega el profesor Javier COLQUE, Lengua y Literatura del CEM 47 de Choele Choel) estuvieron practicando escritos literarios COLECTIVOS sobre el Gral. San Martín, en el 162º aniversario de su muerte.
He aquí los resultados.
MI REVOLUCIÓN (de 1ero. 5ta.) es un cuento un tanto académico, donde encontramos un San Martín viejito y cansado, contando su vida.
LOS SECRETOS DE SAN MARTÍN (de 1ro. 2da.) muestra un niño de 12 años que aún no sabe que algún día cruzará una Cordillera, y cuya gran preocupación es el diario que esconde bajo la almohada de la mirada áspera del sargento.
Finalmente, IGUAL, PERO DIFERENTE (de 1ero. 3era.) se basa en el humor. Un San Martín de Marlboro y Blackberry. Les encantará!
Que los disfruten!
Y a nuestros alumnos, nuestras sinceras felicitaciones!
MI
REVOLUCIÓN
Cuando
yo era chico, pensaba que mi carrera iba a ser la abogacía. Pero a mis once
años mi vida cambió. Entré en el Regimiento de Murcia y comenzó mi carrera
militar.
Llegó
el momento de mis primeras batallas, y ya a los veinte años me destacaba por mi
resistencia física y mi buena puntería, llegando a ser teniente de mi primer
batallón.
Conocí
diferentes mujeres en aquellas épocas; ninguna dejó un rastro especial en mi
vida.
Llegado
a Buenos Aires en 1812, el gobierno independiente de esa ciudad reconoce mi
grado de Teniente Coronel, conseguido a través de mucho esfuerzo en España,
país donde se había desarrollado la mayor parte de mi carrera hasta entonces.
Tenía
34 años, y ya soñaba con formar un ejército patriota que uniera a todos los pueblos
americanos. Sabía que cumplir mi sueño era muy difícil, porque había que
conseguir gente dispuesta a luchar por la patria, y mucho dinero.
Comenzamos
e entrenamiento de los soldados para cruzar la Cordillera, tarea que
nos llevó más de un año. Cuando terminamos de organizar el Ejército de los
Andes, ni yo podía creerlo.
Pasaron
días y días mientras cruzábamos la cordillera. Pasamos hambre, frío,
enfermedades y mucha soledad, extrañando a nuestras familias. Pero lo que nos
mantuvo en pie fue el sueño de libertad que compartíamos.
Después
de mucho luchar con la naturaleza, llegamos al final del viaje. Luchamos junto
a los hermanos chilenos por su libertad.
Faltaba
salvar Perú. Ideamos un plan diferente: esta vez atacamos por mar. Camuflamos
barcos robados a los piratas ingleses para armar nuestra flota, y luego nos
embarcamos por tiempo indeterminado
Navegamos
por el Pacífico hasta tocar tierra firme en el Callao. Desembarcamos de noche,
dividiéndonos para efectuar un ataque sorpresa. Después de mucho batallar,
logramos la liberación de Perú.
Luego
llegó el tiempo de partir hacia Ecuador, para reunirme con Bolívar. No sé qué
nos pasó, y terminamos discutiendo fuertemente. Al poco rato hicimos las paces;
pero yo abandoné el mando del Ejército libertador y bajé hacia el sur.
Mi
familia estaba en Buenos Aires. Remedios, muy enferma, muere, dejándome triste
y afligido. Fue muy duro recuperarme de su muerte; estuve meses intentando
seguir adelante.
No
me quedaba más nada por hacer en América, entonces decidí exiliarme. Pasé por
muchos lugares y finalmente, me instalé en Francia.
Estoy
muy viejo y enfermo; quiero escribirle a mi hija Mercedes y a mis nietas mis
últimas palabras.
Después
de tanto luchar por mi patria, envejezco lejos de ella. Estoy orgulloso de lo
vivido y de las enseñanzas que le dejo a mi hija.
Así
fue mi historia, mi revolución.
Creación colectiva – 1ero. 5ta. –
CEM 47 – Choele Choel
LOS
SECRETOS DE SAN MARTÍN
A mí me gustaría ir donde me
llevara el viento, y no tener que pelear nunca con nadie.
No sé si me gusta tanto el
ejército; aquí estoy, asustado, aturdido y sin otra opción. Como a pesar de
todo mi miedo, no me pienso morir, escribo, para desahogarme y contar lo que
estoy pasando.
He hecho algunos nuevos amigos,
como Pepo, que tiene poco pelo, mucha alegría y buenas ideas.
Cada tanto, nos juntamos con otros
chicos a charlar, jugar a las cartas y fumar a escondidas en nuestro lugar
secreto del sótano abandonado.
A menudo nos preguntamos sobre el
futuro, y qué nos gustaría ser: médicos, abogados o militares. A mí me gustaría
cuidar caballos.
También nos gusta dibujar rostros
de mujeres que quisiéramos tener.
Siempre nos preguntamos por qué
nuestros padres eligieron el ejército para nosotros. Pero no queremos
detenernos a pensar demasiado en eso. Preferimos seguir soñando qué vamos a ser
en nuestro futuro.
Entonces planeamos subir enormes
montañas, entrenar nuestras espadas y combatir.
Cuando salimos del sótano, nos
bañamos en el río, antes de volver a la realidad. Poco y nada podemos cambiar
de esa realidad. Sólo podemos estudiar y cumplir órdenes.
Al volver, escondo mi diario debajo
de la almohada, para que no me lo encuentre el sargento. No quisiera que nadie
se enterara de nuestros secretos.
Cuando se duerme el sargento, con
Pepo iniciamos una silenciosa guerra de escupitajos, hasta quedarnos sin
saliva.
Después, a dormir. Mañana será un
nuevo día…
Creación colectiva – 1ero. 2da. – CEM 47 – Choele
Choel
IGUAL, PERO DIFERENTE
Doscientos años antes, mi gran
batalla comenzó.
Todo sucedió cuando tomamos
conciencia de que los americanos necesitábamos ser libres. En una reunión de
nuestra Logia, mientras compartíamos un coñac, se habló del poder español sobre
nuestras vidas. Fue la primera vez que soñamos ser libres, y empezamos a
planificar formas de actuar.
Nuestro mayor problema era
conseguir dinero y armas. Como Buenos Aires no podía ayudarnos, decidimos
buscar por otra parte.
Mi cercanía con los cuyanos podía
facilitarnos la tarea de liberación. Me reuní con gente del lugar una mañana en
que llovía torrencialmente; lo recuerdo porque ese mismo día me comunicaron el
nacimiento de mi hija Merceditas. Mi primer impulso fue correr a conocerla,
pero entendí que la libertad de mis compatriotas estaba primero.
Mientras fumaba mi cigarro
Marlboro, me entró una llamada del gobernador a mi Blackberry, ofreciéndome 15
cañones, 20 bazookas y cien mil pesos oro. Él confía en nuestra causa.
Entré a mi FACE y miré el perfil de
Bolívar, y le puse “Me gusta” a uno de sus estados que decía: “Tenemos que ser
libres”. Le comenté que lucharía con él por la libertad de América.
Entrenamos diez mil soldados, y
luego determinamos quién estaba preparado para partir y quién no. Cinco mil
soldados eran en realidad “soldadas”, pero les cortamos el pelo (además de
militar, soy peluquero en mi tiempo libre) y las vestimos como hombres, para
que no descubrieran sus verdaderas identidades.
Nos dirigimos a la batalla, donde
nos esperaba una gran sorpresa: debíamos cruzar la Cordillera! Y ya no
teníamos más comida.
Pero lo que sigue en esta historia,
te lo contaré otro día.
Creación colectiva – 1ero. 3era. – CEM 47 – Choele
Choel